El socialismo del siglo XXI según Carlos Escarrá

Simón Rodríguez Porras

El gobierno por lo general se cuida de no entrar en muchas precisiones a la hora de definir su llamado “socialismo del siglo XXI”. Pero el 30 de junio en la noche escuchamos de parte del diputado del PSUV Carlos Escarrá la definición de dos conceptos que, viniendo de alguien que además de diputado también fue magistrado del TSJ y miembro de la comisión presidencial para la reforma constitucional de 2007, tienen una gran importancia para comprender el proyecto político de la burocracia chavista.

Escarrá disertaba acerca del concepto de propiedad social con Mario Silva en el programa televisivo “La Hojilla”, y cuando este último le pidió que bajara a tierra con una explicación que todo el mundo pudiera comprender, el diputado hizo el siguiente relato a modo de ilustración: Cuando Escarrá estudiaba primaria, no era muy bueno para tomar apuntes en las clases; había un estudiante que siempre tenía sus apuntes al día, pero al que no le gustaba compartirlos con sus compañeros. Escarrá y otros niños decidieron acorralar un día al niño de los apuntes para amenazarlo con darle una parranda de golpes si no entregaba el cuaderno de los apuntes. Los apuntes fueron entregados y dejaron de ser propiedad privada para ser propiedad social.

El diputado reflexionaba al terminar su relato, que de cualquier manera, con o sin golpes, el niño iba a entregar los apuntes.

Para Carlos Escarrá, la socialización de la propiedad es un proceso en el cual se priva a alguien por medio de la coacción del producto de su trabajo personal. En primera instancia lo que resulta sorprendente es que esta definición de “socialización de la propiedad” es la misma que hacen Fedecámaras, los partidos proimperialistas, y la jerarquía eclesiástica. Lo segundo que llama la atención es que el relato se ajusta a la descripción, no del socialismo, sino del capitalismo. La clase social que es privada del producto de su trabajo por medio de la amenaza directa o indirecta de la violencia es la clase trabajadora. Para la coacción y la represión, la burguesía cuenta con un Estado cuyo aparato judicial, su policía y ejército, se encargan de velar por el traspaso “voluntario” del producto del trabajo de millones de personas, hacia los propietarios de los medios de producción, que no trabajan pero se apropian del producto del trabajo ajeno. En realidad este es el proceso, no de socialización de la propiedad privada, sino de apropiación privada de lo producido socialmente. Socializar la propiedad productiva es devolverle a la clase trabajadora el fruto de su propio trabajo, no es quitarle al que trabaja para darle al que no trabaja, como pretenden Escarrá y Fedecámaras.

El otro concepto básico del socialismo del siglo XXI definido por Escarrá es el de sujeto histórico. Escarrá considera que el sujeto histórico del proceso revolucionario es el presidente Chávez. De tal manera que el socialismo del siglo XXI se inscribe en el planteamiento altamente reaccionario y personalista, antimarxista, y definitivamente antisocialista, de que los protagonistas de la historia son los héroes y grandes dirigentes, y no las clases sociales. Para los socialistas revolucionarios, la liberación de los trabajadores sería obra de los trabajadores mismos; para los “socialistas del siglo XXI” no hay proyecto emancipatorio, lo que hay es un sujeto histórico cuya autorrealización dicta el rumbo de la sociedad, y que se llama Chávez. “Chávez es el pueblo”, “Con Chávez todo, sin Chávez nada”, “Chávez es socialismo”, son algunas de las consignas que sintetizan esta doctrina.

Las conclusiones necesarias que hay que sacar de la experiencia con este modelo de capitalismo con empresas mixtas, que paga las expropiaciones a precios de mercado, que hace al imperialismo co-propietario de los yacimientos petrolíferos por medio de las empresas mixtas con transnacionales, y que cobra la crisis económica a los trabajadores por medio de la devaluación y el aumento del IVA; es que “el socialismo del siglo XXI” es la negación rotunda, no sólo del socialismo revolucionario, sino de las aspiraciones de cambio social del pueblo venezolano. El proyecto de la burocracia chavista es cerrar el proceso revolucionario abierto en febrero de 1989, y suplantar al sujeto histórico de este proceso, que han sido los trabajadores y el pueblo explotado en movilización, por un gobierno burgués encabezado por la figura de Chávez, el “comandante-presidente”. Las explicaciones de Carlos Escarrá tienen su base objetiva, pues se corresponden con la práctica económica y política del gobierno; el “socialismo del siglo XXI” es la máscara ideológica del nacionalismo burgués y el creciente bonapartismo oficial. Frente a este engendro burgués, hay que levantar las banderas democráticas y revolucionarias del verdadero socialismo, de la lucha de la clase trabajadora por su liberación y autorrealización, y acompañar los procesos concretos de lucha contra las políticas antiobreras y antipopulares que este gobierno ejecuta al servicio de la burguesía. Esta es la principal tarea de la izquierda hoy en Venezuela.

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