¿Qué representa la corriente radical del PSUV?


Mar 11/01/2011

Simón Rodríguez Porras

Respuesta a Ricardo Galíndez

Ricardo Galíndez, de El Topo Obrero, ha llamado a “desarrollar y fortalecer” la “corriente radical del PSUV”, en un artículo titulado “Las medidas del gobierno, la crisis capitalista y la urgencia de que la corriente radical se haga presente”. Galíndez considera que Eduardo Samán, ex ministro del gobierno del presidente Chávez, es un "militante honesto y consecuente" que “tiene un puesto” entre los “dirigentes del movimiento obrero y popular revolucionario”, y que su grupo está llamado a ponerse en la primera línea en la lucha contra las medidas económicas antipopulares del gobierno. “Es un excelente momento para darle cuerpo y fuerza de masas a una Corriente Radical como la que planteó Samán a fin de combatir las políticas de conciliación con el gran capital que manejan sectores del gobierno”, expresa Galíndez. No compartimos su optimismo sobre esta corriente ni vemos en ella una expresión política "obrera y popular revolucionaria", por las razones que desarrollaremos en el siguiente artículo.

La política de conciliación de clases la encabeza el presidente Chávez

Todos los que vivimos únicamente de nuestro salario en este país hemos estado sujetos en los últimos tres años a los efectos de una brutal ofensiva antipopular y antiobrera por parte del gobierno. A partir de junio de 2008, el presidente Chávez se ha encargado de liberar los precios de los alimentos, realizar una devaluación monetaria del 100%, aumentar en una tercera parte el IVA, paralizar la discusión de los contratos colectivos en el sector público, efectuar despidos masivos y realizar compras de empresas (las "expropiaciones") liquidando las conquistas contractuales de los trabajadores y pisoteando su derecho a la sindicalización y a la huelga.
Estas medidas han sido complementadas con importantes “incentivos” a la burguesía nacional y transnacional, entre los que se destacan la desnacionalización de la industria petrolera a través del esquema de las empresas mixtas; subsidios y exenciones de deudas privadas en el marco del “Reimpulso Productivo” de junio de 2008, Fondo Bicentenario para subsidiar al empresariado, aumento de las retenciones de dólares por concepto de exportaciones privadas, disminución de los impuestos a las transnacionales petroleras, así como el pago de alrededor de 30 millardos de dólares en estatizaciones de empresas.

Mientras la banca y las transnacionales petroleras han sido los sectores más beneficiados por la política gubernamental, con ganancias espectaculares, la inflación acumulada entre 2008 y 2010 es de 83,2%, lo que supone un golpe demoledor para los magros ingresos de la clase trabajadora, sobre todo en el sector público, donde el gobierno estrangula a los trabajadores congelando las discusiones contractuales. El BCV da cuenta en estos años de una decreciente participación de los asalariados en las rentas nacionales, y de una mayor tajada para los empleadores.

Los anuncios de las medidas de ajuste, con la única excepción de la eliminación de la tasa cambiaria preferencial a finales de 2010, han sido realizados por el propio presidente Chávez, sin que haya habido la menor oposición pública por parte de sectores del gobierno. Por lo tanto, de ser cierto lo que plantea Galíndez, en el sentido de que no es el gobierno en su conjunto el que ejecuta “políticas de conciliación con el gran capital”, sino sólo “algunos sectores”, habría que concluir que dichos sectores son encabezados por el Presidente de la República. La declaración de marzo de 2009 en Guayana, en la que Chávez dijo claramente que se pondría a la cabeza del combate a cualquier huelga en empresas estatales, y que recurriría a las Fuerzas Armadas de ser necesario, subrayan el hecho de que el presidente encabeza la política antiobrera y “de conciliación con el gran capital”. En esta materia es indudablemente el “máximo líder”.

La corriente “radical” del gobierno

Ahora bien, ¿existen otros sectores del gobierno que no se pliegan a esta política de conciliación de clases, o que incluso la combaten? No tenemos noticias de que haya tales corrientes pugnando por postular una política distinta a la del presidente Chávez. Según Galíndez, Samán representa a un sector del gobierno y del PSUV que está llamado a impulsar una corriente para combatir la orientación bautizada por el presidente en 2008 como “la alianza estratégica con la burguesía nacional”. Las actuaciones y declaraciones de Samán no permiten hasta ahora alimentar expectativas en ese sentido, lamentablemente.

Al ser destituido del cargo de ministro de Comercio, Samán publicó una nota en la que deja constancia de que su salida en febrero de 2010 no se debió a diferencias con el presidente. Dijo Samán en aquella ocasión: “formo parte de un segmento en el Proceso Socialista, en el cual cumplía un rol, gracias al Comandante Chávez quien hizo posible esta Revolución (sic)... quiero agradecer a nuestro Comandante por la confianza depositada en mí y por haberme brindado la oportunidad de trabajar por mi pueblo... les recuerdo que las decisiones del presidente deben respetarse aún cuando no se compartan. Quiero reiterarle al Comandante mi condición de soldado de esta Revolución”. Etcétera. (http://www.aporrea.org/actualidad/n151279.html)
Al lanzar la propuesta de una “corriente radical” en el PSUV, ocho meses más tarde, Samán plantea que su objetivo será luchar contra la burocracia y la corrupción, así como defender la declaración de principios y los estatutos del PSUV, no para fraccionar al partido sino para evitar que las bases desmoralizadas lo abandonen (http://www.aporrea.org/ideologia/n169073.html).
No hay en la corriente definiciones desde el punto de vista de clase, y el programa se circunscribe a hacer cumplir los estatutos del policlasista PSUV. En otras palabras, no hay diferencias políticas de fondo. Todos los partidos políticos, incluidos los de la derecha, hablan de combatir a la corrupción, allí no hay novedad. Y en cuanto a la lucha contra la burocracia, a las pocas semanas de lanzarse la propuesta de la “corriente radical”, se sumó al proyecto una de las más estridentes burócratas de la Asamblea Nacional, Iris Varela.

Al estrenarse como militante de la “corriente radical” del PSUV, los tiros de Varela no apuntaron contra sus colegas burócratas, ni contra la corrupción, sino contra las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Varela inicia su actividad “radical” acusando a la organización Provea de ser “agente de la CIA”, por haber incluido en su informe anual sobre derechos humanos una documentada denuncia sobre las ejecuciones extrajudiciales y otros abusos por parte de cuerpos policiales. ¿Qué futuro puede tener una corriente con semejante dirigencia? Lo único radical en Varela es su incondicionalidad hacia el presidente Chávez.

El recurso postrero de la “radicalización”

En las elecciones de septiembre del año pasado, el PSUV escasamente superó en el voto popular a la coalición derechista (sólo obtuvo una clara mayoría en el parlamento en virtud de la antidemocrática Ley Orgánica de Procesos Electorales, pero aún así no alcanzó el 60% de los diputados) lo cual evidenció una significativa derrota política. En respuesta a este revés, el presidente Chávez ha adoptado el discurso de la “radicalización de la revolución”.

Lejos de un viraje hacia la izquierda, el gobierno ha dotado de un contenido concreto a esta “radicalización” a través de una serie de medidas antidemocráticas: aprobación de decretos que limitan las libertades democráticas, estatizaciones en las que se pagan enormes indemnizaciones a los capitalistas pero se pisotean con las botas de la represión los derechos de los trabajadores, una ley contra la disidencia parlamentaria, leyes para la corporativización del movimiento obrero y popular con el engañoso remoquete del “Poder Popular”, y el recrudecimiento de la criminalización de la protesta social.

Por otra parte, la “radicalización” no ha sido óbice para que continúe el plan de ajuste antipopular, con la devaluación y los despidos masivos en la administración pública ejecutados durante el mes de diciembre. ¿Qué dicen los impulsores de la “corriente radical” sobre el curso reaccionario que ha adoptado la “radicalización” que ellos mismos habían exigido al gobierno? Con su silencio, los “radicales” avalan el contenido concreto de la “radicalización” gubernamental.
En realidad, Chávez y la corriente de Samán simplemente reeditan con algunos agregados el discurso de “las tres erres” (adoptado luego de la derrota de la reforma constitucional en 2007), con el declarado objetivo de, como admite Samán, reciclar las expectativas populares y evitar importantes deserciones en las filas del PSUV. Bajo el discurso de la “radicalización”, se contrabandean medidas tendientes a fortalecer los rasgos autoritarios de la institucionalidad burguesa. De tal manera que ambos fenómenos, la “radicalización” del gobierno y el lanzamiento de la “corriente radical” son dos síntomas de la creciente descomposición del gobierno y su incapacidad absoluta para proponer verdaderas medidas socialistas ante la crisis.
Alimentar expectativas en las expresiones políticas que adquiere la decadente burocracia “roja-rojita”, es ir a contravía de la creciente conciencia que los trabajadores y los sectores de vanguardia tienen acerca de las limitaciones insalvables del PSUV y el gobierno, por su composición policlasista y su estrategia capitalista de conciliación de clases.

¿Corriente radical del PSUV o partido revolucionario?

Por nuestra parte, entendemos que hay una franja de las bases del PSUV, escéptica frente a la política procapitalista del gobierno, pero desmoralizada por el discurso de Chávez, Samán, Varela, y otros “radicales”, quienes plantean que romper con la dirección gubernamental y luchar de manera independiente “le hace el juego a la derecha”.

Con esa franja aspira a construirse la “corriente radical”, en la intención de dar nuevos aires al PSUV y alimentar esperanzas de revivir la dinámica de los primeros 5 años del gobierno, en los cuales se consiguieron importantes conquistas democráticas y sociales gracias a la movilización de los trabajadores y los sectores populares.

Quienes militamos en la Unidad Socialista de Izquierda planteamos con toda claridad que estamos dispuestos a movilizarnos junto con todos los militantes de base honestos del PSUV y de otros partidos, por una agenda de lucha para que la crisis no la paguen los trabajadores y el pueblo, sino la burguesía.

Dicha agenda sólo se puede defender en una batalla frontal, en las calles, exigiendo un salario mínimo igual a la canasta básica; libertad para Sabino Romero y Rubén González y la anulación de los procesos judiciales contra quienes han ejercido el derecho a la huelga y a la protesta; eliminación del IVA; y por una industria petrolera 100% estatal, cuyos recursos se destinen a pagar la deuda social y no la deuda externa.

Lamentablemente no existe una corriente en el PSUV dispuesta a asumir estas consignas. Generar falsas expectativas en que el Presidente Chávez rectificará o en el carácter revolucionario de una corriente encabezada por Samán e Iris Varela, que tienen un programa de obediencia obsecuente a los lineamientos presidenciales, es colocarse en la acera opuesta de los intereses del pueblo y de la revolución.

A los compañeros del El Topo Obrero, a su militancia abnegada y combativa, les tocará decidir de cuál lado de las trincheras se quieren colocar. Desde la USI los invitamos fraternalmente a sumarse a la corriente autónoma de revolucionarios que no creemos en la dirección del PSUV ni en sus facciones, y mucho menos depositamos confianza alguna en los partidos reaccionarios de la IV República agrupados en la MUD.

Los revolucionarios tenemos el irrenunciable deber de denunciar la estafa nacionalista burguesa que el PSUV quiere hacer pasar por socialista. Sólo el pueblo salva al pueblo. En el marco de la lucha para que la crisis la paguen los capitalistas, no nos cansamos de señalar la necesidad de seguir avanzando en la construcción de un gran partido con una nítida identidad de clase, democrático, que luche por un gobierno revolucionario de los trabajadores y las organizaciones populares.

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